Nido vacío II

Qué extraño se me hace

No esperarte esta noche,

Sin mirar aprehensivo la hora

Ni anhelar el sonido de tu llave.

Qué extraño se me hace

El silencio que ahora me ahoga

No oír tu charla, ni tus gracias

Ni aquellas riñas cotidianas

Qué extraña se hace tu ausencia

Qué amargo este silencio

Cuánto quisiera ahora

Volver despertarte de tu sueño

Qué sólo me siento ahora

Que estás creciendo tan lejos

Tú vas camino de hacerte un adulto

Y yo, solamente, un pobre viejo

Nido Vacío I

Recorro tu habitación vacía

Llena de libros y ausencia

Me digo que son sólo unos días

Pero sé que será eterna.

Te fuiste ya, pequeño mío,

Eres mayor y la vida te llama

Y dejas aquí una estancia vacía, 

Ahogada en orden y silencio

Duermen tus muñecos, los recuerdos

Aquellas cacerías de Pokemon

Tus primeros pasos y tus segundos sueños.

Cuelgan inertes aves de madera

Mantas de ositos y aquellas galletas

Y la casa se va inundando de tristeza

Tu nombre

Mis dedos escriben tu nombre en el aire
Esbozo tu rostro en el éter llamándote, amor
Un soplo de brisa me evoca tu beso
Otra ráfaga susurra un verbo a mi oído
Un aire fresco dibuja sonrisas en el desierto.

Mis dedos escriben tu nombre en la arena
Tus pies estampan etéreos por la playa, amor,
Huellas recrean tu presencia ante mis ojos
Un suave calor rodea y acaricia mi cuerpo
Y te vivo tan cerca como en aquel abrazo.

Mis dedos escriben tu nombre en el agua
Las olas marinas cobran vida y juegan, amor
Tu cuerpo desnudo emerge entre la espuma
Y tu piel mojada y reluce ante mis ojos
El  deseo estalla en mis entrañas y muero por ti.

Mis dedos escriben tu nombre en mi piel
Tus letras me desgarran y me queman, amor
Así, marcado a fuego, me hago todo tuyo
Tu nombre me arde en lo profundo
Y me abrasa tan fuerte como esos besos ausentes.

Tu nombre se graba a fuego en mi alma
Tu nombre propio estalla en el aire, amor
Tus cuatro letras fluyen por toda mi sangre
Tu palabra me lleva de la mano por la tierra
Tu nombre, amor, me hace tuyo.
Eternamente tuyo.

Poema 4.23.03

Que deja tu ausencia eterna 

De mil maneras

Reinvento tus labios ausentes

Traigo tu mirada perdida

Y el aliento de tus palabras

Cuando acariciaban mi oído

De mil maneras 

Reinvento tu cuerpo ausente

En un abrazo al vacío

Aferrándome al aire

Como un ángel caído

De mil maneras te busco

Amada mía

Con sed y con hambre

Y caigo sin encontrarte

Hincando la boca en la tierra

Desparramando sementera

Y llorando

Lágrimas de cera.

¡Te mato!

Mátame, amor, 
Mátame, porque no sé vivir 

Mátame, que no siento ya la vida 

Mátame con el rayo de tu mirada 

Con el fuego de tus ojos, mátame 

Mátame pronto, amor, mátame. 

Mátame con tus besos uno a uno, 

Beso a beso, hasta que no respire 

Hasta que se nublen mis ojos 

Beso a beso, hasta caer sin sentido 

Bésame hasta perder el aliento 

Mátame a besos, amor, mátame. 

Que ya lo he vivido todo 

Tras tenerte en mis brazos 

Besar tus labios y tu boca 

Apretarte contra mi seno 

Ya lo he vivido todo, amor

Mátame con tus besos 

O hazme tuyo de nuevo 

Que ya no sé vivir sin ti 

Que todo me parece ajeno

Mátame, amor, te lo ruego. 

Mi alma ya es tuya, no la tengo 

Muerto en vida estoy sin tus besos 

Muerto de sed sin tus ojos 

Muerto de pena, sin tus manos 

Eterna agonía oscura, infinita, 

Ponla fin, amor te lo suplico, 

Antes de que me maten los recuerdos. 

Poema cochino

Oink, Oink, Oink

Gruño igual que un cerdo

Cada vez que contemplo

El borde plisado de tu falda

Y ese divino bamboleo

De tus muslos de carne y seda
Mientras caminas pizpireta

Y prometes altísimas visiones

Allende los pliegues de tus nalgas

Oink Oink Oink

Retozo pleno y alborozado

Contemplando el divino misterio:

Ese purísimo y blanco triángulo

Que se asoma bajo tu falda

Entre tus muslos separados

Y sigo el recto camino

Sin curvas ni pecados

Del  profundo canalillo

Entre tus senos puntelados.

Oink, Oink, Oink

Rezo en un rincón apartado

Agarrando con fuerza mi miembro,

Con los ojos entornados y salivando

Recordando las supremas visiones

De tanto misterio ocultado:

La línea de tus nalgas, 

Ese divino triángulo 

El canalillo de tus senos

Con su cima punteada

En un éxtasis supremo

¡Oh rosado puerco alado!

Oink Oink Oink

Exclamo beatífico y extasiado

Tras vagar por los cielos

En pos de mi dios amado, 

Sea el innombrable de los hebreos,

El Alá de los mahometanos,

O el uno y trino de los cristianos.

El señor es mi Pastor

Aunque yo no sea un cordero

El señor es el Pastor

De una piara de rosados

Marranos

Cristal oscuro

Tras estos oscuros cristales 

Clavo mis ojos en tus rodillas 

En el final de tu espalda 

En el relieve de tus senos 

En el brillo de esos ojos 

Escondido, acechando 

Esperando capturar un retazo 

De tu intimidad más oculta 

Y como fiera hambrienta busco 

La piel de tus rodillas 

El final de su espalda 

El relieve de sus senos 

La tibieza de tu entrepierna 

El brillo de sus ojos 

Ese íntimo retazo 

Inocente, inadvertido

Que púdica y celosa ocultas

Para mi ansia de lobo

Tras los cristales oscuros 

Escondido.

Déjame

Déjame recorrer sin descanso 

Cada palmo de ese inmenso orbe 

Que reposa desnudo sobre mi lecho

Extraviarme sin rumbo sobre tu piel 

Acariciando los rincones más secretos

Coronar los montes de tus senos 

Pernoctando eternanente sobre sus cimas.

Déjame explorar tus valles más oscuros 

Penetrar en tus simas más abismales

Naufragar en el mar de tus lágrimas

Y perderme, perderme para siempre

Tras fundirme en un abrazo letal

Con cada retazo de tu alma 

Quiero ser viajero y náufrago 

Perderme en la inmensidad de tu cuerpo

Emprender un éxodo sin retorno

Hasta libar el último jugo de tu deseo 

Hasta traspasar las fronteras de tu cuerpo 

Hasta morir encaramado 

Sobre el azúcar de tus senos.

Ronda cacofónica

Piso por donde pasas

Beso por donde pisas

Y me pesa

Ese beso de mariposa

Que, indiferente, pasa

Y no se posa

En mis labios de pasa

Y me pesa

Cada calle que piso

Mientras pienso

Ciego de alpiste
Y vacío de pasta

Que, aunque me pese, 

Día a día, la vida se pasa

Y apesta a mala peste

Cuaderno

El poeta roba un instante al tiempo

Una fugaz sombra de golondrina

Que, negra, corría veloz por el suelo

Y lo recoge a hurtadillas en el papel

El poeta atesora sus retazos de tiempo

En un cuaderno amarillo gastado

Sombras de golondrina, flores secas,

Palabras perdidas, besos olvidados.

Instantes que duermen, ajenos al tiempo

Hibernando en cadenas de palabras,

Esperando la luz de esos ojos de ángel.

Unas manos blancas y dulces los despiertan

Nace, entonces, otro instante de luces

Que el poeta guarda,ávido, en su maleta.

Ascensor

Y, entonces, como una granada,

Estalla el deseo en un ascensor

Salpicando de saliva la jaula

Violenta explosión de suspiros 

En un loco y desesperado beso

Apretados cuerpo a cuerpo

Unidos por la irresistible atracción

Un feroz choque de labios 

Y una dura batalla de lenguas

Llanto y desesperación se inflaman

En un mí­nimo instante supremo

Cae el uno en brazos del otro

Sin tiempo, sin espacio, sin luz.

Silencioso arrebato de anhelos

Dentro de una cabina de silencio

Termina el frenético encuentro

La calle los espera con frí­os vientos

Dos manos cogidas, narran el suceso.

Un ascensor se queda vací­o

Esperando otros pasajeros

Dos amantes caminan por la calle

Con su deseo encubierto

Furtivas miradas pupila a pupila

Y todo se hace silencio

Amargura 5.0

Como un esputo vertido en la acera

Aquel vano sentimiento de amor

Se seca bajo el aplastante sol

Del paso del tiempo, inexorable 

Que evapora  lágrimas y suspiros

Y deja reseca la sal en el suelo.

Aquellas palabras lanzadas al aire

Como los golpes de tos de un enfermo

Van olvidándose poco a poco

Mientras se diluyen en el silencio.

Una ardiente hemorragia de amor

Inútilmente derramada hace tiempo

Deja una mancha ocre en el suelo

Cuando los fluidos se quedan secos

Restos de recuerdos amargos

De tantos días aciagos

De anhelos trasnochados

Podridos y secos, dejan la marca

Delatora del paso amargo y lento

De la rabia más agria
Y negra.