martes, 30 de septiembre de 2014

La locura que me habita


La locura que me habita
Tiene el color de la sombra
Oculta bajo una apariencia
De hombre apacible y bondadoso
Acecha, tras cada esquina
Presta al más mínimo descuido
Para hundir su daga en mis entrañas
Y devorar la última migaja del alma.

La locura que me habita
Se aferra como una garrapata
Mastica mis entrañas y se bebe mi sangre
Engorda cebándose insaciable
De cada lágrima que me trago
Cada moco que me sorbo
Cada palabra que me callo.

La locura que me acecha
Se camufla entre mis deseos
Esperando, tensa y cautelosa 
 Ese instante de cerrar los ojos
O un renegar de la vida
Para acometerme con sus garras
Y arrastrarme a la sima
Del más negro de los abismos

La locura que me habita 
Crece cada día, como un cáncer
Que roe inclemente mi alma
Degrada el amor a perversa lujuria
La timidez a ingente soberbia
La serenidad en ciega cólera
El sosiego en pesada pereza
La generosidad en ávida codicia
El hambre y la sed en puerca gula
Y la soledad se envenena de envidias

La locura que me acecha
Asalta feroz y alevosa 
Hunde una espada entre mis huesos
Y retuerce el acero entre las tripas 
Derramando bilis a la sangre
Y podridas heces sobre la carne
Depravando aquella figura 
Que tuviera un día de hombre.

La locura que me habita
Lleva mis ojos a tu escote
Se deleita arrastrando la mirada
Entre tus piernas y bajo de tu falda
Penetrando lasciva las cavernas
Mas secretas de tu morada
Sin importar tu edad, ni tu inocencia
Tu cercanía o tu distancia
O la dulzura de tu alma
Relamiéndose con saliva de hiena
Ante la tibieza de tu mirada.

La locura que me acecha
Toma el nombre de Yavé o de Satán
Renegando de Dios cada alborada
Revienta en mil pedazos el orbe,
Aniquila a todas las razas,
Arranca a los ángeles sus alas,
Y los sodomiza a cuatro patas.
Degüella a vírgenes tras violarlas
Y arrasa la tierra a fuego y azufre
O la inunda en aguas bravas

La locura que me habita
Lanza mi boca a las grasas,
Vinos, alcoholes y sustancias
Que ofusquen una conciencia amarga
Para que cierre los ojos y no vea 
Más allá de la rabia
Y así, muerto entre los vivos,
Lanzarme a predicar su palabra.

La locura que me acecha
Tiene una voracidad enviciada
Atesora objetos inútiles,
Imágenes, fotos, palabras
Monedas, riquezas, bobadas,
Flores, afrentas, miradas
Que duermen en el olvido guardadas
Incapaces de aliviar la negra soledad
De un alma desgraciada.

La locura que me habita
Teme de todas las sombras
Y se postra sumisa ante un dios
Cual niño desamparado
Ora, reza y suplica clemencia
Devorada por angustias y terrores
Cribando con un tupido velo negro
Cada rayo de sol de la mañana 
Y sometiendo cada acto
Al capricho de un dios tiránico.

 La locura que me habita
Sufre vértigo ante el tiempo
Se ocupa de absurdos rituales
Mil veces reiterados
Busca afanada llenar el vacío
De una vida ahogada en las sombras

La locura que me acecha
No tiene remedio ni psiquiatra
Aletargada como una víbora
U oculta tras mis espaldas
Afilado paciente su espada
Que un día hendirá en mi alma
O en la tuya, o en la de aquella
Sin tregua, sin clemencia
Sin ninguna esperanza

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